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El secuestro de Maritza Serizawa: 177 días de angustia colectiva

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El plagio de personas como práctica delictiva, era el dolor de cabeza de las autoridades policiales durante los turbulentos´80 y´90´s. La norma era escuchar y sobre todo leer acerca de raptos de ganaderos en los lejanos municipios Machiques y Colón. Por eso, al correr la noticia de un secuestro en plena Maracaibo, de una mujer y para más señas reconocida por su labor con los niños más desasistidos tratados en el Hospital Universitario, las proporciones de la información resultaron ser épicas. Corría el 22 de febrero del año 2000.

Maritza Serizawa -la víctima-, fue la jefa de la Unidad de Gastroenterología Pediátrica del Hospital Universitario de Maracaibo en los años´90, además de ser una de las pocas especialistas que existían en el área por aquellos días, gozaba del cariño de amplios sectores de la comunidad marabina. De allí que su desaparición forzosa mantuviera en vilo a la capital zuliana, durante los 177 días que duró.

Sore wa yūkaidatta

Petrificados quedaron los familiares de Maritza al saber de la noticia, pero con aplomo le dijeron a su papá:

Sore wa yūkaidatta; “fue un secuestro”, en perfecto japonés.
Los medios describieron los primeros hechos: “Los plagiarios la interceptaron cuando iba en su Mitsubishi plateado hacia su residencia, en el edificio Sarandi de la calle 74”. Y así fueron relatando continuamente los pormenores del sensible suceso criminal.
Ciento setenta y siete días después y tras su liberación, Maritza Serizawa señalaría: “Fui sorprendida por un carro que me chocó en la parte trasera. Me bajé para ver los daños y para arreglarme con el conductor, fue cuando ese hombre me sujetó y me metió a la fuerza dentro de un Maverick color verde”. A la mujer de un metro 48 centímetros, se la llevaron y la desaparecieron con relativa facilidad hasta que cobraron el rescate.

El Maverick apareció quemado vía a La Concepción, y a la víctima, después de “enfriarla” por las inmediaciones del río Palmar, la mantuvieron cautiva a escasos 100 metros de la Comandancia General de la Policía del estado Zulia, en plena ciudad de Maracaibo.

El 17 de agosto de ese año, vieron un sacerdote cruzar la Circunvalación Uno con un maletín en la mano. Era Roberto Lückert, a la sazón párroco de la Basílica de Chiquinquirá, quien les entregó a los captores 400 millones de bolívares como pago del rescate por la liberación de la doctora. Horas después, una diminuta mujer llegaría a la emergencia de otro hospital, el General del Sur, y la redención de Maritza Serizawa se hacía efectiva.

Las investigaciones siguieron su curso y dos hombres fueron atrapados y a seis días de cumplirse un año del secuestro, el 13 de febrero de 2001, el Juzgado Noveno de Juicio los condenó. Dos décadas más tarde fueron liberados.


Lee también: Maduro se reúne con la Alianza del Lápiz como parte del diálogo con las oposiciones

Juan Carlos Guillén

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