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El 30 de agosto se conmemora el día de la patrona de América: Santa Rosa de Lima 

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El próximo 30 de agosto es un feriado especial para los devotos de Santa Rosa de Lima, pues se conmemora el día de la patrona de América y las Filipinas, quien consagró su corta vida (murió cuando apenas tenía 31 años), a la oración y a ayudar siempre a las personas pobres y enfermas.

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En Venezuela, la capilla Santa Rosa de Lima está ubicada en Caracas, frente a la Plaza Bolívar. En Perú también es la patrona de la Policía Nacional y enfermeras.

Esta capilla fue escenario de sucesos políticosn y académicos de la historia venezolana, en especial el 1er. Congreso Constituyente que proclamó la independencia del 5 de julio de 1811.

El 18 de enero de 1904, el general Cipriano Castro decretó una remodelación para el Palacio de Justicia a cargo del arquitecto Alejandro Chataing, se conservó la Capilla y se utilizó como sede del Poder Ejecutivo Municipal de Caracas, la obra fue inaugurada 23 de mayo de 1906. Siendo hasta la actualidad el Palacio Municipal.

En este lugar se conserva el arca de bronce que guarda el libro original de Actas del Cabildo que narra los sucesos de la Revolución del 19 de abril de 1810, inicio de la independencia venezolana.

¿Quién fue Santa Rosa de Lima?

La santa limeña se llamaba Isabel Flores de Oliva y nació el 20 de abril de 1586 en la capital del virreinato del Perú.

Isabel Flores de Oliva fue bautizada el 25 de mayo de ese mismo año.

Aunque su nombre era Isabel -puesto en honor de su abuela materna-, una india que servía a la familia Flores de Oliva, empezó a llamársele de cariño “Rosa”, debido a la belleza del color de sus mejillas. Poco a poco, esa forma cariñosa de llamar a la niña la adquirieron sus propios padres y el entorno familiar.

Rosa recibió una esmerada educación -con un acento especial en la formación espiritual-, gracias a la cual tuvo noticia de la figura y legado de Santa Catalina de Siena, a quien admiraría toda su vida.

Su vida estuvo consagrada a la oración y a ayudar a los pobres y enfermos. Si bien ingresó a la Orden Tercera de Santo Domingo, para la época no existía un monasterio femenino de dicha orden en Lima, por lo que la joven Isabel empleó el huerto de su casa como un lugar de retiro y contemplación.

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