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La casa de Tarzán en Acapulco, testigo de la furia del huracán Otis

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Árboles y techos derruidos, habitaciones revueltas. La casa del fallecido actor estadounidense Johnny Weissmüller, el más popular de los intérpretes de Tarzán, sobresale entre las ruinas que dejó el huracán Otis en el puerto mexicano de Acapulco hace una semana.

Emplazada en lo alto de un acantilado en la costa del Pacífico, de intenso color fucsia, la vieja casona fue el refugio del Rey de la Selva hasta 1984, cuando murió a los 79 años.

Weissmüller quedó cautivado con Acapulco cuando grabó Tarzán y las sirenas en 1948, el último filme en el que interpretó al rey de la selva.

La película incluye una escena con el héroe lanzándose al mar desde la célebre Quebrada, una tradicional y riesgosa maniobra que intrépidos clavadistas realizan como espectáculo para los turistas.

Foto: Salvador Valadez / AFP

El entusiasmo de Weissmüller con el balneario creció cuando el también célebre actor John Wayne le propuso adquirir el hotel Los Flamingos, según relata el portal Museo Virtual de Acapulco.

Pronto el lugar se convirtió en un refugio de Hollywood en el Pacífico mexicano.

Elizabeth Taylor, Lana Turner, Orson Welles y Errol Flynn se sumaron a Wayne y Weissmüller y organizaron fiestas memorables hasta el amanecer, a escondidas de los paparazzi, apunta Travesías, otro portal especializado.

“El ruido constante de las eternas fiestas era demasiado para Johnny, por lo que el actor decidió entonces construirse una casa apartada del resto de las demás habitaciones”, añade la publicación virtual, en referencia a la casa redonda, ambiente del hotel que fue muy dañado por el huracán.

Ahí murió Weissmüller, cuyos restos descansan en el cementerio Valle de la Luz de Acapulco.

Casa destruida

Durante años, la casa ha sido un atractivo turístico del puerto, que vivió una época dorada especialmente en las décadas de 1950 y 1960, cuando el jet set internacional se daba cita en sus lujosos hoteles.

Pero la furia de Otis, que barrió Acapulco el pasado miércoles como un huracán de la más alta peligrosidad, con saldo de 46 muertos y 58 desaparecidos, arrebató el brío señorial de la casona destrozando techos, mobiliario y vegetación.

Ese día “estaban el recepcionista y el velador. Vivieron muy feo esto, pensaron que iba a ser pura agua, y no, fue una ráfaga de puro viento”, relata a la AFP Víctor Manuel Hernández, jefe administrativo del hotel Los Flamingos.

“Tuvieron que sostener la puerta con fuerza porque destrozó todo. Tumbó los árboles, rompió los ventanales, los cuartos los destruyó por dentro. La alberca, que la estábamos remodelando, está destrozada”, describe Hernández.

Foto: Francisco Robles / AFP

Mezclados, escombros y vegetación invaden los viejos pero primorosos pasillos y jardines exteriores de la otrora mansión de Weissmüller, quien tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Un letrero de loza que dice Casa Tarzán aún cuelga sobre las paredes, donde también se observa un afiche de Tarzán and the amazons, una de las películas de la zaga protagonizadas por el artista de origen alemán y que se rodaron en las décadas de 1930 y 1940.

Como esta, otras 274 mil viviendas y 600 hoteles resultaron afectados por el ciclón en esta ciudad de 780 mil habitantes que depende del turismo.

“Lo que es la Casa de Tarzán, la redonda, quedó totalmente destruida”, añade Hernández.

La huella del jet set

Las cautivadoras vistas panorámicas desde el hotel, que presume ubicarse en el punto más alto del acantilado, se han visto trocadas por la destrucción de las mansiones vecinas y la infraestructura en general.

La huella del jet set en Acapulco no se limitó a estrellas de Hollywood.

Allí pasaron su luna de miel el presidente estadounidense John F Kennedy con Jacqueline y se filmaron escenas de una película de Elvis Presley, aunque el Rey del Rock jamás pisó el puerto.

Sus playas también inspiraron al músico-poeta Agustín Lara a escribirle canciones de amor a la diva del cine mexicano María Félix y son emblemáticos los atardeceres en su principal bahía.

Pero la ciudad también experimentó una decadencia a medida que se ampliaban los cinturones de miseria alrededor del centro turístico, y luego con la irrupción de cárteles del narcotráfico ávidos de controlar el puerto.

Foto: Salvador Valadez / AFP

A Los Flamingos sólo han podido regresar de momento diez de sus casi 40 trabajadores, pues la movilidad y las comunicaciones siguen colapsadas.

“Está triste la situación, pero hay que ser positivo”, afirma el mánager del hotel.

AFP

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