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De Interés:  cómo conocer el futuro (María Elena Araujo Torres)

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En el mundo siempre habrá dolor pero afortunadamente, y en contraste, también tranquilidad, paz, alegría, fortuna, bienestar. Basta enumerar las emociones contrarias para reconocer que gana la mayoría si las dejamos ganar, si las cultivamos, si día a día labramos obras limpias, conductas sinceras, hasta convertirlas en hábitos cotidianos.

En países orientales creen en una máxima que definitivamente es una verdad muy verdadera: “Si quieres conocer el pasado mira el presente que es su resultado. Si quieres conocer el futuro, mira el presente que es su causa” Buda. Y ese es precisamente el asunto, que hoy somos la consecuencia de todo o casi todo de lo que antes fuimos o hicimos. En el futuro seremos lo que hoy somos o hacemos.

Si tomamos esta consideración a la ligera, sin analizar el beneficio a obtener si la convertimos en lección de vida, pues seguiremos igual o peor. Pero si tratamos de profundizar su enseñanza, obtenemos un valioso aprendizaje que puede convertirse en la llave para abrir nuestra conciencia respecto a qué podemos cambiar para mejor.

Ya sabemos que hoy somos el resultado del pasado, tal vez no de todo, pero sí de nuestras actitudes ante diferentes situaciones, de nuestras reacciones y la forma de intentar resolver cada caso desfavorable que hayamos vivido. También el resultado de nuestra conducta ante hechos considerados positivos en nuestra andar.

La verdad es que no nacimos con un manual de comportamiento. Lo más cercano a una guía es la familia y, usualmente, en la familia, cada quien anda librando sus propias batallas, en una especie de vivir aprendiendo. Muchos sin darse cuenta de que están aprendiendo a vivir por ensayo y error, ni siquiera por los buenos o malos ejemplos que puedan ofrecer los líderes del grupo familiar.

El pasado ya no tiene remedio. Cometimos errores, también hechos asertivos en cada espacio que nos tocó vivir desde que adquirimos conciencia. En sus momentos nos pudimos sentir mal, miserables, molestos, tristes, o, en su defecto pletóricos de emoción, felices, alegres, satisfechos o sencillamente en paz. Con el transcurrir del tiempo la vida para muchos se torna en una especie de salir de un punto y volver a llegar a él, aunque los personajes alrededor sean otros.

Del pasado, la mayoría podría decir que se repetían situaciones parecidas por sus características; parejas con conductas similares; amigos traidores o falsos que nos habrían hecho desistir de la amistad, confiar en tener nuevos amigos; trabajos donde se repetían o repiten situaciones contraproducentes.

Siempre hay gente desagradable que nos hace incomodar o situaciones que definitivamente no nos agradan. Todos están allá afuera. Y ese es el principal problema que justamente tenemos, que vemos el mundo con la apariencia que nuestros ojos y oídos creen conocer. El secreto que ya nos ha sido revelado por muchas vías, ofrecido por seres con sabiduría, es que el mundo que nos rodea se presenta de acuerdo a nuestros prejuicios, experiencias previas, a las marcas que nosotros mismos nos hemos causado en vivencias pasadas.

Lo que pasó, pasó. De nada vale sentirnos culpables, deprimidos por lo que hicimos o dejamos de hacer. Lo importante es qué decidimos hacer de ahora en adelante con todos esos aprendizajes de vida que hemos tenido, cómo vamos a usar esas herramientas, el resultado de esas experiencias, para dar un giro a nuestra forma de ver e interactuar con el mundo, con la gente, con las situaciones que se nos presenten. Y no sólo es decidir, es hacerlo. Cómo vamos a reaccionar frente a gente o espacios que antes nos causaban incomodidad, rabia o dolor. Cómo decido sentirme y actuar ahora, para no generarme

daño ni dañar a otros. He ahí el quid del asunto.

Quién decido ser, quién soy y cómo voy a reaccionar y sentir de ahora en adelante es una decisión muy personal. Nadie lo puede decidir ni hacer por nosotros. Qué causas voy a sembrar hoy para mi futuro inmediato y mediato. Si sigo actuando igual que siempre y creo que todo esto es una tontería pues seguiré cometiendo los mismos errores y generando los mismos efectos que posiblemente no me gusten. Pero si me tomo en serio y verdaderas las causas que estoy sembrando hoy para recoger mejores efectos, mejor vida, seguramente el futuro me dará lo que sembré, porque si sembramos tomates cosecharemos tomates y si sembramos cactus sin duda cosecharemos frutos sabrosos pero con muchas espinas.

María Elena Araujo Torres

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